Me flojearon las piernas

por el Dr. Ryke Geerd Hamer

De este matrimonio nació Dirk Hamer
que falleció en 1978
El descubrimiento del contexto del cáncer era para los vivos aparentemente difícil. La ha descubierto... un difunto. Os paso su legado.

Con su muerte (de mi hijo Dirk) nos ha dado la ocasión para descubrir estas correlaciones, pero creo que, también tras la muerte, siga siendo partícipe de este descubrimiento mucho más de lo que se pueda imaginar.

Esto sucedió de la siguiente manera: 


En septiembre de 1981, cuando por primera vez creí haber encontrado un sistema en la génesis del cáncer, es decir, el SÍNDROME DE DIRK HAMER, me “flojearon las piernas”, como se suele decir. Este descubrimiento me pareció demasiado grandioso porque yo mismo me la creía. Por la noche tuve un sueño: con mi hijo DIRK, con el que sueño a menudo y con el que discuto en sueños, se me apareció, sonriendo con bondad, como hacía normalmente, y me dijo:
“Lo que has encontrado, Geerd, es correcto, es del todo correcto. Te lo puedo decir porque ahora sé más de eso que tú. Has estado maravilloso descubriéndolo. Desencadenará una revolución en la medicina. Puedes hacerlo público bajo mi responsabilidad. Pero tienes que seguir estudiando, todavía no lo has descubierto todo. Todavía te faltan dos cosas importantes”.
Me desperté y memoricé cada una de las palabras de nuestra conversación. Estaba tranquilo y desde entonces totalmente convencido que el SÍNDROME DE DIRK HAMER era correcto. Hasta aquel momento había examinado cerca de 170 pacientes. Llamé al señor Oldenburg de la televisión bávara, que ya una vez había hecho un pequeño reportaje sobre el escalpelo de Hamer en el congreso quirúrgico de Munich en mayo de 1978. Vino a Oberaudorf e hizo una pequeña película que se emitió en Baviera el 4 de octubre de 1981: al mismo tiempo el evento se difunde con un reportaje también en la RAI.
Me puse a estudiar otros casos. Sabía bien que en poco tiempo me prohibirían el ejercicio en la clínica, porque mis resultados eran contrarios a los de la medicina oficial.
Habiendo no sólo recopilado otros casos, sino que habiéndolo hecho de un modo programado y sistemático, hice una constatación extraordinaria: por ejemplo, el cáncer del cuello del útero siempre tenía un contenido de experiencia conflictiva muy particular, es decir, sexual; por el contrario el cáncer de mama conllevaba siempre un conflicto humano general, a menudo incluso madre-niño; el cáncer de ovarios un conflicto de pérdida o tenía un contenido conflictivo genital-anal, etc. Al mismo tiempo constaté que cada tipo particular de cáncer tenía un tiempo particular de latencia de la manifestación tumoral, antes que la paciente notase su cáncer, o sea, más o menos 12 meses para el cáncer del cuello del útero; de 2 a 3 meses para el cáncer de mama; de 5 a 8 meses para el cáncer de ovarios.
Esto me parecía por una parte lógico y razonable, por otra parte demasiado razonables como para creerlo, dado que no sólo estaba en contra de los preceptos de la medicina clásica, sino que sobrepasaban toda la medicina. De hecho este descubrimiento demostraba nada menos que es la psique misma la que establece donde se forma el cáncer. De nuevo me “temblaron las piernas”. Todo el asunto era demasiado grande para mí. La noche siguiente soñé nuevamente y en sueños hablé con mi hijo DIRK. Él me alabó y me dijo:
“Santo cielo, Geerd, como lo has descubierto, y que bien que lo has hecho”. Después sonrió de nuevo con su sonrisa incomparable y me dijo: “Sólo te falta una cosa todavía, y después ya lo habrás encontrado todo. Ahora no puedes darte por vencido, tienes que continuar indagando. Seguro que lo lograrás.”
Nuevamente me desperté. De golpe estaba convencido totalmente de la certeza de mis resultados y me puse a investigar febrilmente cual podría ser la última cosa que me “faltaba” y que DIRK me había dicho. Estudiaba cada caso que me llegaba en base a los criterios que establecí y vi que los resultados eran correctos en todos los casos. DIRK tenía razón. Entonces volví a examinar a fondo no sólo todos los casos precedentes, para cada uno de los cuales había preparado un archivo, sino en especial también los casos de carcinomas “dormidos” así como los casos siguientes.
Era una carrera contra el tiempo. Sabía con precisión que pronto no me dejarían visitar ningún paciente. Por lo tanto mi última semana de servicio trabajé día y noche prácticamente. Y de repente se me apareció un conocimiento: en los casos en los que los pacientes habían sobrevivido el conflicto se había resuelto siempre, por el contrario el conflicto no se había resuelto en los casos de las personas que habían muerto o en los que la enfermedad había empeorado.
Me había ya acostumbrado a considerar correcto lo que los colegas, con los que intentaba hablar de estas cosas, consideraban simplemente sin sentido, sin querer saber más del asunto. Pero realmente este conocimiento era para mí excesivamente grande. Estaba anonadado y literalmente las piernas se me volvieron de mantequilla. En este estado casi no podía esperar la noche siguiente, en la que poder presentar mis problemas a mi maestro DIRK.
De nuevo soñé con DIRK, tan claramente como la última vez. En esta ocasión él estaba lleno de admiración y me sonreía con reconocimiento diciéndome:
“No hubiera creído posible que lo consiguieses con tanta prisa. Sí, lo que has encontrado es correcto, completamente correcto. Ahora tienes todo, ya no te falta nada. Las cosas son exactamente así. Ahora puedes publicar todo bajo mi responsabilidad. Te prometo que no te arrepentirás de ello, porque es la verdad”.
Cuando por la mañana me desperté y repasé el sueño con claridad, mis últimas dudas se habían disipado. A mi DIRK siempre le había podido creer, y ahora que estaba muerto con más razón.
(Extracto del libro CÁNCER – ENFERMEDAD DEL ALMA, cortocircuito del cerebro, el ordenador de nuestro organismo, la ley férrea del cáncer, febrero de 1984 en la edición “Amici di Dirk”, Colonia).
En los últimos años ha habido muchas personas que han considerado el pasaje expuesto arriba como “no científico”. De hecho no tiene pretensión de serlo, sino sólo de estar conforme a la verdad.

Del resto, según mi parecer es importante el hecho de que resultados y descubrimientos, que son válidos lógica y empíricamente además de reproducibles en cualquier momento, se verifiquen para establecer si son correctos o falsos. Pero si los resultados y los descubrimientos son correctos, entonces no tiene ninguna importancia para su veracidad cómo y por quién han sido descubiertos.

Ni siquiera sirve perseguir al descubridlos con todos los medios imaginables de terror y descrédito para acallar el descubrimiento y para evitar las consecuencias de este. Haciendo esto la culpa se vuelve enorme. Y es justamente lo que ha sucedido estos últimos 17 años.

La medicina oficial dominante actualmente no es, en sentido estricto, una ciencia, aunque parezca muy científica.

Tiene miles de hipótesis y dogmas que se deben o se pueden creer, pero que son falsos, porque a su vez se basan en hipótesis no demostradas. (Por ej. el dogma de la metástasis, enfermedad como una “avería de la naturaleza”, dogma de las “células enloquecidas”, dogma de las “metástasis cerebrales”, dogma de los microbios como “agentes” patológicos, etc.)...

Fuente: Dr. Ryke Geerd Hamer - “El legado de una nueva medicina” - Cap. 1. Presentación – Págs. 14-15

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