La evolución de los procesos biológicos del cáncer en comparación en el hombre y en el animal.

Un animal no tiene nadie que lo ayude a reconocer el conflicto que está sufriendo y que le dé un consejo para evitar que se repita ese conflicto en el futuro. El animal normalmente tiene que soportar su conflicto hasta que este se resuelva en realidad o hasta que el animal muere por un conflicto no resuelto y el cáncer.

Ya hemos visto que en la naturaleza la denominada “enfermedad cancerosa” no es un error, no se trata de una célula que ha perdido en control y se comporta como si hubiese enloquecido, sino de un suceso muy sensato que está contenido en el plan general de la naturaleza como momento indispensable.

En el animal observamos, lo que en el hombre podemos sólo intuir prudentemente, que la ayuda proveniente del exterior no previsto en la naturaleza, para superar un conflicto, no representa un añadido de cualidades para la raza, sino como mucho una ventaja cuantitativa, es decir, una disminución de calidad (más individuos pero menos fuertes).

También sucede así para los hombres, cuando se consideran una raza. Pero si miramos a la naturaleza que todavía no está manipulada por los hombres, vemos que los animales tienen que resolver en la realidad concreta sus conflictos, que han sufrido con un DHS, y por lo tanto su cáncer. Los animales no pueden resolver “psicoterapeuticamente” la pérdida de uno o más cachorros o la pérdida de un territorio, sino que lo tienen que hacer de un modo real.

Sin embargo vemos que en los animales superiores hay algo parecido a un ritual para superar un conflicto.

Pensemos solamente en los rituales fúnebres, que todos conocemos, de los elefantes, que son claramente un intento de disminuir o de resolver el conflicto de pérdida en los animales afectados o en toda la manada.

¿No hacemos lo mismo los humanos con nuestros funerales? Los elefantes se reúnen por todo el día alrededor del compañero muerto, al que primero han enterrado y cubierto de ramas y vegetación, para después velarlo.

Prescindiendo de estas “ayudas rituales” de los mamíferos más desarrollados, en general los animales tienen que soportar solos su enfermedad cancerosa, que a menudo se supera como una prueba regular de verificación de la idoneidad en intervalos regulares, o de otro modo el individuo se “descalifica”. Por ejemplo, el viejo ciervo, cada año, tiene que presentarse para una prueba de idoneidad frente al ciervo joven y cuando llega el momento en que ya no consigue pasar el examen, tiene que morir.

Por lo tanto, en general, la “terapia” del conflicto biológico es la solución real del conflicto. Esta solución real puede consistir tanto en el restablecer la condición precedente como en una solución alternativa. Por lo tanto, por ejemplo, o el ciervo viejo reconquista su territorio o expulsa al ciervo joven del territorio.

Una perra que haya perdido un cachorro, o consigue recuperar al pequeño de las garras del depredador, o se consuela con los otros cachorros o se pone de nuevo en celo (este último es el caso más frecuente).

Durante el embarazo, en general, reina la tranquilidad, es decir, no es posible ninguna actividad conflictiva, porque un embarazo, tras el primer tercio de la duración, transcurre en vagotonía y tras el parto de los nuevos cachorros se resuelve automáticamente.

Dado que normalmente los animales, a diferencia de los humanos, viven según el ritmo natural, la pérdida de un cachorro, por ejemplo, ya está prevista como algo “normal” en esta programación natural e igualmente la solución de ese “conflicto normal” por medio del sucesivo embarazo.

Por el contrario no podemos olvidad que el comportamiento humano, fuertemente sujeto a las obligaciones que fueron impuestas por cualquier fundador de religión o reformador social, en realidad no tiene mucho que ver con la biología.

Además, son poco frecuentes los innovadores sociales que se puedan considerar personas normales. Sustancialmente han sido una cruz para la humanidad; no se puede hablar de sabiduría si admitimos que la sabiduría fundamental conlleva el vivir lo más posible en armonía con el código preexistente en el cerebro y también con el de la psique o del alma. Para mí el más sabio sería aquel que nos hiciese entender a los hombres cómo se puede vivir en armonía con el código que la naturaleza nos ha dado, el lugar de realizar perversiones en guerras que eliminan la vida humana.

Si consideramos que el hombre y el animal (el mamífero) sufren de un modo análogo los conflictos que provocan el cáncer, podemos decir que también el cáncer a nivel orgánico es igual o comparable. También el Foco de Hamer en el cerebro del animal, en un punto correspondiente al del hombre, es igual o comparable. Pero si estos dos niveles son iguales o comparables, entonces hay un buen motivo para creer que también el nivel psíquico sea igual o por lo menos comparable.

Cuando digo que un animal ha sufrido un conflicto, entiendo un conflicto biológico, y esta afirmación resulta en general aceptable. Si añado que el animal, igual que el hombre, no tiene apetito, no consigue dormir, está en simpaticotonía, también se acepta, pero si afirmo que el animal “piensa” día y noche o revive su conflicto biológico y de noche sueña con ese conflicto, eso lleva inmediatamente a la indignación y el rechazo. Se sostiene que estos son atributos del pensamiento, algo exclusivo del ser humano. Pero no es verdad. 
El conflicto es análogo en el caso del hombre y el animal, es decir, en los dos sucede en los tres niveles. (¿No habéis oído nunca gemir a vuestro perro en sueños?).

Para muchos de nosotros, sobretodo para aquellos que tienen determinadas ideas religiosas o ideologías, esta es una cuestión difícil de aceptar. Para mí, por el contrario, es la cosa más normal del mundo.

Por ejemplo, el contenido del conflicto de envidia por el alimento es ligeramente diferente para cada tipo de raza animal; diferente en el hombre, el contenido conflictivo está solamente traspuesto. Pero también los conflictos biológicos traspuestos del hombre se pueden reconducir siempre al modelo fundamental arcaico. La tabla siguiente, en la que se han seleccionado los tipos individuales de conflicto, os lo debería aclarar.

Fuente: Capítulo 6.1 de "Dr. Hamer - Legado de una Nueva Medicina"

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