Mi vuelo fue una prueba de fuego

por Luis Martínez Costa

En los años 90, después de que a través del Señor y Su Medicina Solar, yo había sanado de mi extremada ansiedad que sufrí por mucho tiempo, quise confirmarlo en la vida real. Decidí viajar en avión después de varios años sin poder hacerlo debido a los terribles ataques de pánico que padecía.

Cuando llegué a Palma de Mallorca, España, me quedé allí unos días visitando a unas amistades. Como me sentí muy sano, no quise retornar a Alemania en donde vivía, sino me dije: "sigue viajando y probando tu salud, ¡ahora vuelas a Madrid!".

En ese nuevo vuelo, el capitán del avión abrió la puerta de su cabina de tal manera que la gente comenzó a entrar para ver, cómo es volar un avión, supongo que era un Boeing, típicos de los vuelos comerciales.

Hice mi cola y, al ingresar, reconocí los instrumentos de vuelo como los conocía del "flight simulator". El capitán al notar esto, me preguntó si yo había ya piloteado algún avión y le contesté que no, que solo en el simulador de vuelos en la PC. Y en eso me dijo: "Vale macho, ahora te quedas en mi cabina para que aterricemos juntos el avión".

Cuando la azafata entró para invitar a todos los pasajeros que abandonaran la cabina, el capitán le dijo, refiriéndose a mí, "él se queda conmigo". Y todos salieron. Me senté en el asiento del ingeniero de vuelo ajustándome los cinturones dobles típicos.

El Capitán me dijo: "¡Ahora verás como se aterriza un avión de verdad!", y dejó de hablarme para atender a sus auriculares que algo le decía.

Sin tardar empezó a descender, pero observé que el copiloto, lo miraba con un semblante algo preocupado... y al capitán se le veía muy atareado, ¿quizá con algo de sudor en el rostro?

Nunca pensé que el descenso pudiera ser veloz y tan en picada, eso no lo había visto jamás en los vuelos de simulación, a menos que haya realizado un vuelo en caída libre a propósito.

Por fin el aeropuerto era visible desde la ventana, pero era algo pequeñito, y me sorprendió la velocidad con que se agrandaba. El pilotó llevo a la nave con mucha destreza a la pista. Un movimiento pequeñísimo en el timón movía al avión con una precisión impresionante, muy diferente a la reacción del control ante los movimientos del timón de los coches.

En todo el vuelo no sufrí de ningún miedo, menos de algún ataque de pánico, sino lo contrario, sentí mucha alegría de saberme sano y disfrutar algo maravilloso que no se da todos los días.

Supongo que hoy en día, esa experiencia estará completamente prohibida, desde la caída de los "gemelos". El mundo cambió desde entonces.

Retornando a la historia, el piloto pudo aterrizar sin contratiempos y, ya más relajado, mientras conducía el avión hacia el terminal, me dijo:

"lo que pasa es que me preguntaron por radio, si quería aterrizar antes del tiempo, ya que otro vuelo se había retrasado, pero yo, ni corto ni perezoso, acepté. ¿Sabes cuánto cuesta un minuto en combustible? ¡Mucho, mucho dinero!"

Y así supe que Dios me había sanado y lo confirmó a través de una prueba de fuego maravillosa.

Gloria y alabanzas solo a Él.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Test / Protocolo Cándida y Parásitos con la Resina de Pino o TRM

NMG: Colon ascendente, transverso y descendente

Pulmones según la NMG (Eybl)